Estela Cosmológica de Manzanal del Puerto. Estudio de David Gustavo López y Óscar Guerra Pintor.



A la izquierda, la deidad femenina. Se trataría de una diosa madre o señora de la fertilidad propia de las primeras sociedades agrícolas. En el medio, dos hombres en adoración. A la derecha, el Sol, ser divino de lo masculino.


Según los estudios realizados sobre una de las piezas publicadas hace más de tres años por LA CEPEDA Digital puede concluirse, que este elemento pétreo que se encuentra en la iglesia de Manzanal y actúa como dovela encajada en la portada del templo, es una estela que contiene grabados de unos 4.000 años de antigüedad.

En dicha estela están representados una deidad femenina, dos hombres y un Sol, pudiendo destacarse que la pieza presenta algún anacronismo entre los grabados y que la deidad femenina, es bastante similar al ídolo de Tabuyo del Monte, así, como a algunas pinturas prehistóricas de Sésamo.

David Gustavo López y Óscar Guerra Pintor -los investigadores que la han estudiado- han bautizado a la pieza publicada por LA CEPEDA Digital como Estela Cosmológica, teniendo en cuenta que su contenido muestra una deidad femenina a la que acompañan dos hombres en adoración y un Sol, que puede interpretarse como un ser divino de lo masculino. Así, todo indica que los humanos de la Edad del Bronce expresaron en las rocas su sometimiento a seres superiores dejando una evidencia escrita acerca de sus mitos y creencias.

En fin, la estela analizada ahora viene a sumarse a la ya estudiada con anterioridad, la cual, se encuentra en la gruta de Santo Tirso de la misma localidad. Pero debe destacarse, como a pesar de que ambas están talladas en rocas areniscas del carbonífero, las piezas no se relacionan ni en la simbología ni posiblemente en la época, pues la estela de la iglesia pertenece a un período indeterminado de la Edad del Bronce, mientras que la de la gruta corresponde a la última etapa de esta misma Edad o incluso al principio de la del Hierro, con lo cual la de la iglesia podría ser 1.000 años más antigua.


Estela de Triora (Liguria)

Por oto lado, también deberá hacerse notar, que su estudio ha permitido encontrar similitudes con la estela italiana de Trioria (Liguria), la cual representa al cielo, la tierra y el mundo subterráneo de los difuntos.
 


Grabado Picu Berrubia (Asturias). Fotografía M. Mallo en trabajo publicado por De Blas Cortina.

 
Pero Gustavo López también ha observado otras piezas que guardan similitudes o relación de algún tipo y nos ha aportado este breve análisis y una imagen, sobre un grabado asturiano:

Contiene, como el de Manzanal, una cruz interior y diez hoyuelos distribuidos con desorden a lo largo de las líneas de grabado. De Blas Cortina, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Oviedo, que ha estudiado este grabado, hace notar su similitud con un ídolo-placa y lo vincula con un ambiente dolménico asturiano de fuerte arraigo, cuya cronología podría extenderse hasta el primer milenio antes de Cristo, al comienzo de la Cultura Castreña.

    

CONCLUSIÓN FINAL  David Gustavo López
Una visión cosmológica sin precedentes en León
Analizadas las cuatro figuras en conjunto, habida cuenta de que parece nos hallemos ante la composición de una escena, casi podríamos asegurar que ésta gira en torno a la presencia de dos entes divinos ampliamente reiterados en muy diversas religiones. Uno de ellos es símbolo del Sol, el elemento masculino por  excelencia,  fecundador  de  la Tierra -segundo ente divino que aparece en la escena-, la cual es capaz de generar vida y, una vez completado el ciclo natural, transportarla al más allá. Ante esta pareja, de cuya unión depende la continuidad de las especies y, posiblemente, la pervivencia de éstas en el más allá, los humanos que habitaron la zona del Manzanal en el amplio espacio cronológico que cubre la Edad del Bronce –entre cuatro mil y tres mil años antes de nuestro tiempo actual- expresaron en las rocas de su entorno, tal vez por motivos funerarios, su adoración y sometimiento a los seres superiores, dejándonos también una evidencia “escrita” de sus mitos y creencias religiosas, con una visión cosmológica no muy distinta de la que poseían los pueblos indoeuropeos, magníficamente expresada en los grabados de la estela ligur de Triora, estudiados por Anati: un registro superior para el cielo, representado por el Sol, otro para la Tierra y, un tercero, para los humanos o, tal vez, para los difuntos.