Dialecto Cepedano. La contribución de Margarita Álvarez Rodríguez.

 
En el valle de Valdesamario y en La Utrera -vinculados durante algunos siglos a la Cepeda-, al igual que en las localidades de los ayuntamientos de Quintana del Castillo y Villagatón, lograron conservar el habla autóctona hasta hace pocas décadas, aunque en el caso del léxico, los más mayores todavía conservan palabras y expresiones antiguas. 
 
Consciente de ello y de la invasión del español a través de los medios de comunicación y los sistemas de enseñanza, la profesora de Paladín -residente en Madrid- Margarita Álvarez Rodríguez, ha respondido a tiempo a la amenaza que se cierne sobre el habla autóctona, con un sobresaliente trabajo sobre nuestra lengua en el que destacan la rigurosodad y meticulosidad con que se ha hecho. 
 
Para los que ya tenemos vividas algunas décadas y hemos tenido la posibilidad de convivir con nuestros antepasados durante algún tiempo, el libro de la autora de Paladín nos sirve para refrescar la memoria y hasta para "viajar mentalmente" hacia un León rural del pasado, que ya no está. Sin duda, este trabajo es un referente valioso para conocer mejor el Dialecto Cepedano, ya que la inmediatez geográfica y la vinculación de la zona de estudio a la Cepeda en siglos pasados, permite incluir este estudio dentro de la misma variedad dialectal.
 
Por otra parte, también es necesario destacar que en este trabajo sobre el habla tradicional de la Omaña Baja, es imposible no sentir a los que ya no están aquí, es decir, a los que hasta no hace tantos años se regían por las costumbres, tradiciones y habla de nuestra tierra: es como si Margarita hubiera resucitado a nuestros muertos y estos nos volvieran a hablar. Sin duda, esta obra es capaz de reavivar los recuerdos hasta convertirse en un testigo vivo y fiel del pasado. En verdad, se convierte en una obra indispensable para nuestras gentes, pero también, para todos aquellos que deseen conocer nuestra habla. Margarita Álvarez Rodríguez se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad de Oviedo y es una amante de su tierra natal, y tal vez por ello, decidió contribuir a mantener viva la lengua en la que aprendió a ser y a pensar. El libro, publicado este año 2010, es el fruto de un trabajo desarrollado durante la última década. Ahora, el lector tiene a su disposición más de 2500 palabras, así como 500 modismos y refranes. Para los amantes de la lengua leonesa y sus dialectos, El habla tradicional de la Omaña Baja se convierte en una obra imprescindible.
 
Es muy importante contar con esta obra porque desde hace años diferentes estudios y textos de cuestionable rigor y calidad, vienen rellenando el mercado. Algunos de ellos, han sido realizados por autores que no han escuchado o conocido el empleo de las palabras usadas por nuestros mayores, y sin embargo, pretenden teorizar y enseñar a los demás: mucho mejor si hubieran tenido la oportunidad de convivir con ellos y escucharlos atentamente, sobre todo, esto último. En verdad, los potajes edulcorados que frecuentemente se forman con teorías lingüísticas de todo tipo, y que a veces se presentan bajo "la autoridad indiscutible" de un centro académico o institución, con más frecuencia de la deseada valen bien poco y solo sirven para dar fuerza a determinadas ambiciones o corrientes, que a menudo se asocian a entornos académicos, o diferentes intereses de tipo politico-cultural. Me viene ahora a la cabeza la invención del calificativo Fala desde hace unas décadas para definir la forma de hablar de determinada geografía en la que debería incluirse la Cepeda. En fin, que más quisieran semejantes autoridades y lumbreras del pensamiento que nuestro Dialecto Cepedano ahora fuera a convertirse en un subordinado de la Fala y encima, estos expertos nos lo corrigieran con sus teorías y lo autorizaran para situárnoslo "con todo el rigor académico" en un mapa pagado o subvencionado por una o varias administraciones de ámbito local, autonómico o estatal. En fin, si no fuera porque produce risa, mejor sería que semejantes "eminencias" aprendan que el antiguo Dialecto Cepedano no necesita de su reconocimiento y que existe desde mucho antes que ellos. Y en fin, que en el libro que escribió la familia Bardón en LIÓN, así es Lión, ya se incluyó una antigua traducción de la parábola del hijo pródigo al Dialecto Cepedano realizada hacia el año 1847. Se trata de un dialecto muy estudiado, y tanto es así, que a través de distintas obras se han registrado miles y miles de palabras de nuestra habla. Mucho me temo que antes de empezar a elaborar teorias y dictar, hay que aprender a leer y escribir.

En definitiva, para preservar un dialecto o una lengua amenazada, nada mejor que su conocimiento y transmisión fidedigna, por eso, la obra de Margarita Álvarez es tan valiosa. El habla tradicional de la Omaña Baja no tiene truco ni doblez. Se trata de una recopilación de palabras y expresiones reales, que no provienen de teorías academicistas sino del empleo y la memoria de las gentes de su zona, que hasta no hace tanto, hablaban y pensaban en nuestra habla. Por eso la conocen y la recuerdan sin dificultad. 
 
Finalmente, hay que hacer notar que este estudio lingüístico se realizó sobre el habla de la Omaña Baja, según la autora, sobre el habla del ayuntamiento de Valdesamario y algunas localidades limítrofes. Por lo tanto, sobre una geografía que perteneció a la Cepeda en el pasado: las fuentes históricas no ofrecen dudas a este respecto. Y en fin, cuando no ha pertenecido, su situación limítrofe con la Cepeda también ha creado conexiones muy intensas. Y lo sé, porque mis padres pertenecen a dos pueblos de la Cepeda Alta que limitan con los términos de la geografía estudiada. Además, yo mismo soy fruto de esas conexiones seculares, ya que parte de mi ascendencia reciente está vinculada a La Utrera y al ayuntamiento de Valdesamario. Y en fin, como pude conocer y escuchar el vocabulario y los usos lingïsticos de mis mayores, pero también preguntar por ellos cuantas veces quise, me consta que las dos formas de hablar son idénticas. Es por ello, por lo que el habla de la Omaña Baja si bien pude tener su propia denominación como habla local, en cuanto a su clasificación dialectal, lo más adecuado es incluirla dentro del Dialecto Cepedano.