El concejo de Los Barrios de Nistoso.



Publicación de Versos a Oliegos 2021, en la que aparece el contenido de esta entrada. 


UN CONCEJO FORMADO POR TRES NÚCLEOS DE POBLACIÓN

Los concejos de los pueblos tuvieron una gran importancia en el pasado y estos fueron una institución fundamental hasta hace pocas décadas. Uno de los concejos más relevantes de la Cepeda fue el de Los Barrios de Nistoso, ya que en él estaba representada una de las localidades con mayor número de habitantes de la comarca, mientras que por otra parte, la distribución de su población en tres núcleos le confería un status, aparentemente, superior. Hasta el último tercio del siglo XX, en que sus habitantes comenzaron a disminuir de forma considerable, el concejo de Los Barrios de Nistoso se celebró respetando una tradición que probablemente era heredera de una organización, costumbres y estructura, que hundía sus raíces en la Edad Media.

Debido a la separación geográfica de sus tres barrios, este concejo adquirió unas características particulares que lo diferenciaban de otros concejos que solo representaban a un núcleo poblacional. Pero no fue este un caso único en la Cepeda, sin embargo, me detendré en él por haber establecido desde hace décadas, un importante nexo con la geografía de Oliegos.

Hacia mediados del pasado siglo XX, el concejo de Los Barrios de Nistoso estaba representado por tres regidores —uno por cada barrio— y un alcalde pedáneo que se encontraba por encima de ellos. A estos cargos no retribuidos se accedía cuando se convocaban elecciones para renovarlos, que generalmente era cada cuatro años. Pero la ausencia de retribución y las responsabilidades que conllevaban, hacía que estos cargos fueran vistos como una “sobrecarga laboral” por lo que la elección de regidor se efectuaba siguiendo un turno aceptado por todos. Por su parte, la elección del alcalde pedáneo se llevaba a cabo de manera similar entre los tres barrios, pero teniendo en cuenta, que este debía rotar entre los vecinos de Nistoso, Tabladas y Villar.

Así pues, cada barrio nombraba un regidor y ello hacía que cada núcleo pudiera tratar internamente sus asuntos en el lugar habitual de reunión. La gente de Villar se reunía en la zona denominada “la plaza”, la cual, se hallaba inmediata a la iglesia: en este lugar también se celebraba la fiesta. Debe destacarse que en el concejo de Villar aún se continuaba pagando en cántaras de vino a mediados del siglo XX. Por su parte, los vecinos del barrio de Tabladas se reunían en el centro del pueblo, al lado de la iglesia. Y en fin, los de Nistoso, en la plaza en la que se celebraba la fiesta de San Jorge, junto a la cantina de Paulino.

Los concejos de barrio tenían lugar varias veces al año siendo los asuntos agrícolas y ganaderos los más tratados. Para llamar a concejo se tocaban las campanas y lo más habitual era que se celebraran los domingos después de misa. Sin embargo, cuando era necesario tratar temas que afectaban a los tres barrios, hacer pagos, arreglar caminos comunes, etc., se convocaba al Concejo Común con el alcalde pedáneo. Estas convocatorias no eran tan frecuentes como las de los concejos de barrio y para llevarlas a cabo era necesario ir avisando casa por casa y barrio por barrio. La obligación de avisar a todos los vecinos se solía encomendar cada vez a una persona diferente y rotaba por los tres núcleos de población. Cuando un vecino no se encontraba en la vivienda era necesario “dejarle la razón” a alguien cercano o de confianza para que le informara y tuviera conocimiento de la convocatoria. En fin, el Concejo Común era la reunión asamblearia de mayor importancia y se celebraba en las inmediaciones de la iglesia de Santa Marina, que según puede comprobarse en el tomo XVI de España sagrada, ya existía en el año 916.


LA CAJA DE CARRETERA ENTRE LOS BARRIOS Y PALACIOSMIL

Pero sobre el Concejo Común también puede señalarse que uno de los últimos asuntos importantes que trató, fue el de la apertura de una nueva caja de carretera entre Los Barrios de Nistoso y Palaciosmil. Así, al inundarse el pueblo de Oliegos se modificó el tramo de camino que pasaba por el Escobio de Arriba y el Escobio de Abajo, y por eso, a comienzos de los años sesenta del pasado siglo, se pensó en adaptarlo a las nuevas necesidades: se pretendía consolidar un trazado por encima del embalse que permitiera desplazarse con garantías a los vehículos de motor. La empresa minera Carbonífera estaba muy interesada en aquella obra ya que durante los meses de invierno, debido a las nevadas, a veces se encontraba en serias dificultades para transportar el carbón. Por esta razón, la empresa incluso llegó a plantearse la posibilidad de sacar carbón a través de la nueva caja que se iba a abrir. Como tenía gran interés ofreció gratuitamente un compresor y la dinamita para las voladuras, contribuyendo con ello, a que las obras avanzaran a buen ritmo y pudieran concluirse tras algunos meses de duro trabajo.

Por otra parte, también deberá señalarse que el vecindario de Palaciosmil tuvo que trabajar algo en las inmediaciones de su localidad y prácticamente nada el de Quintana del Castillo, por lo que sus aportaciones resultaron insignificantes. En efecto, fueron las gentes de Los Barrios de Nistoso las que soportaron casi todo el peso de un trazado que todavía permite transitar desde esta localidad, hasta Palaciosmil.

Por lo tanto, fue el Concejo Común de Los Barrios el que impulsó esta obra y sus gentes las que la ejecutaron —excepto un pequeño tramo—. Y fueron los tres regidores de Los Barrios, los que de común acuerdo organizaron el reparto de las cargas de trabajo antes de ser distribuidas entre sus respectivos vecindarios. Los regidores se encargaron de asignar a cada vecino su turno y la zona a la que debían acudir, a la vez que procuraron adaptar todo ello a las posibilidades horarias y laborales de cada persona. Los turnos de trabajo eran a jornada completa y ante las muchas ocupaciones que tenía la gente en aquella época, el domingo acabó por convertirse en el día de mayor actividad.

En definitiva, el concejo de Los Barrios de Nistoso nos dejó un camino que hoy permite llegar hasta la zona de Oliegos, y este debe interpretarse como el fruto de un gran esfuerzo humano, pero también, de una adecuada organización concejil. En el presente, dicho camino hace posible seguir transitando por uno de los rincones más hermosos de la Cepeda, y por todo ello, era de justicia dejar constancia de este histórico concejo —existía a mediados del siglo XV—, ya que sus gentes dejaron impresas sobre la tierra unas líneas de precisa métrica que aún permanecen vigentes y nos permiten año tras año, comunicarnos con el alma de Oliegos.

Miguel Ángel Domínguez Pérez.


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